Viernes 13 de Mayo de 1949
¡Oh, la Ópera! ¡Qué emocionada estoy! Suerte que Georges me ha traído con él, en lugar de a su mujer. Es un cielo, el pobre. Oh, estoy entusiasmada con la simple idea de codearme con famosos, estrellas de la música, e incluso políticos! Es increíble. El paseo desde el Sena, a un kilómetro de distancia..., visitar la ciudad iluminada al anochecer, qué romántico... La Ópera Garnier es impresionante, sus cúpulas doradas brillando a la luz de la luna, la sobrecogedora silueta recortada por la luz de la noche me hace estremecer, a la espera de que cualquier estatua cobre vida y se abalance hasta nosotros. ¡Las historias sobre el Fantasma me fascinan! Y pensar que el Fantasma de la Ópera, del que tanto se habla, podría estar a sólo unos metros de mí. ¡Oh, Dios mío! Suerte que tengo a Georgi a mi lado, sujetándome firmemente por el brazo. Ha notado que estoy temblando. Una extraña mezcla entre emoción, miedo y frío me embarga. Debería de haber cogido el abrigo en lugar del chal de seda. ¡Con lo que me ha costado decidir entre Dior y Ricci! ¿El estilo más seductor de Dior, o el más romántico de Ricci? Lo peor es que había oído que Grace Kelly también estaría aquí hoy, y no podía dejar que el color de mi vestido coincidiera con el suyo, así que he tenido que hojear revistas para intentar averiguar cual es su color preferido. ¿Llegará a Princesa? ¿Embaucará a Rainiero para que, pese a ser actriz, acaben juntos? Encima, Georges no me ha ayudado para nada, a la hora de elegir mi atuendo. Él, con su chaqueta marrón de pana, ya cree que va listo para la ocasión. No hace más que pensar en su nuevo personaje. Espero que al menos, por esta noche, deje de pensar en él. Seguro que su siguiente libro vuelve a ser un gran éxito. El broche perfecto para esta velada sería que me dijera por fin que deja definitivamente a su esposa. Será sólo mío. ¡Oh, ya hemos llegado! ¡Los trajes! ¡Los decorados! ¡El glamour! ¡Todo! ¡Es fantástico!
Y empieza la función.
Mademoiselle Claire Mathieu, apuntadora de la Ópera:
¡Oh, la Ópera! ¡Estoy harta de este jefe! Si no adorara tanto el mundillo, hoy no seguiría aquí. El edificio Garnier, los músicos, la belleza de esta Ópera…Pero, en serio, ¡estoy requeteharta!. Ya debe ser la quinta vez que nos llama para, como decimos nosotras, darnos un repaso. ¡Maldito cerdo aprovechado! Y no somos tan tontas como para no darnos cuenta de cómo mira a la nueva “Butterfly”. Como si no la hubiera enchufado por algún motivo... Y además, la peineta que le regaló como celebración de su nombramiento, debe costar más de 10.000 Francos! Escoria capitalista. No es que tenga envidia pero me da rabia que, con gente muriéndose en la calle, esté este imbécil despilfarrando dinero (obviamente no con nuestros sueldos, que siguen tan bajos como siempre). Luego Armand, alegará que los antiguos directores le han estado gastando bromas y chantajeando y bla bla bla... Además, nos tenemos que quedar después de la función de hoy, porque la “Butterfly” quiere dar una cena homenaje. No sé a qué, porque lo único que se celebra hoy fue que los Alemanes cruzaron el Meuse en 1940. El Inicio de la Guerra de Francia. Y éstos, malgastando dinero, Como la gentuza que va a las videntes a que les “lean el futuro”. Y lo único que hacen es decirles lo que quieren oír. Pero si yo se lo leo por la mitad de precio: os están timando con estas patochadas. ¡cómo si no hubiera otros problemas en el mundo! ¡¡¡La guerra acabó hace sólo 4 años!!! Los pobres berlinenses... con el bloqueo que han levantado los rusos, sólo pueden recibir suministros por aire. Y el hombre detrás de todo, está esta noche aquí... ¡menudo refunfuñón está hecho! Le he dado las buenas noches y sólo me ha gruñido como respuesta. Estos americanos... se creen que Europa es su campo de juegos, como si fuera una partida de ajedrez. Ahora invado un país..., ahora creo un gobierno títere..., ahora promuevo un golpe de estado en este otro... y ahora empiezo una guerra y promuevo a diestro y siniestro el anticomunismo y antigermanismo. Como es lógico, nosotros, tenemos que lanzar improperios contra nuestros enemigos. Y en Alemania hacen exactamente igual. Hay centenares de Generales D. Clay que echan espumarajos por la boca. Yo misma odio a los alemanes. “Los alemanes”, digo y siento que la aversión me hace estremecer. Pero cuando pienso en los alemanes como individuos, en madres que esperan ansiosas recibir noticias de sus hijos, en campesinos que recogen su cosecha, en pequeños tenderos y en tanta gente alemana, amable y agradable que he conocido, mis sentimientos son diferentes por completo. Me doy cuenta entonces de que ellos no son más que seres humanos y que nuestros sentimientos son los mismos. Eso es lo real. Lo otro es la máscara de guerra que nos ponemos todos. Es una parte de la guerra probablemente necesaria, pero efímera. Y además, no sólo tenemos que luchar contra nuestros enemigos, sino contra sus propios espías.
Y lo que es peor: nuestros propios espías: los quintacolumnistas.
Maria Casanova: Soprano que interpreta a Madame Butterfly:
¡Oh, la Ópera! ¡Soy el centro de atención! Ha sido una larga preparación, pero la representación ha sido un éxito. Tampoco es que me sorprenda, porque siempre consigo lo que me propongo, y más si hay que demostrar quien es la artista en el escenario. Será mejor que me prepare para la cena... tengo mucho que hacer esta noche, y no tengo tiempo que perder! -Querida... ¿puedes ayudarme con el maquillaje? Gracias, querida. Será mejor que guarde a buen recaudo la peluca, que más de uno de estos chupasangres querrá echarle el guante. ¡Maldita escoria! ¿Quién llamará a la puerta? Oh, ¡otra vez Armand!. Vaya pervertido. Pero no le puedo recriminar que me diera el papel a mí, y no a Jane. Fue tan simple como pulsar las teclas adecuadas. A veces me pregunto si en lugar de mi profesión, no debería de haber sido pianista. ¿Qué querrá ahora? Alabanzas, mirarme el pecho, darme un repaso, y recordarme lo de la cena. ¡Ni que fuera tan estúpida como para haberla olvidado! Qué bien me hago la tonta cuando quiero… Me juego demasiado como para hacerlo.... Por fin ya se ha ido. Es agotador tener que estar practicando día sí y día también (no porque yo lo necesite, sino porque el resto va más despacio que yo, evidentemente). Todo sin mí, no es nada. He tenido que invitar al principito Rainiero a la cena, porque Armand lo ha exigido. Y encima, a su perro faldero, la quiero-y-no-puedo Grace Kelly. ¡Ingenuo! Como si no supiera que necesitan un peón neutral, para sus tejemanejes de politicuchos, durante MI cena de MI estreno de MI opera. El Director artístico, la Maestra Apuntadora, los Actores, los Extras, los Músicos... sin mí, no son nada.
Soy La Soprano.
La Diva.
Esta es MI noche.